miércoles, 9 de marzo de 2022

Soliloquio #11

 Dicen que hoy es el día para alzar la voz. Y si no es el único, yo lo aprovecho por todas las veces que me callé, porque igual que las mujeres a las que conozco he vivido las consecuencias del machismo muy de cerca. Afortunadamente, no lo he encarado en todas sus formas. Me he librado del machismo que mata, por ejemplo. Eso hasta ahora, después, quién sabe.

Conozco el machismo que te grita cosas por la calle, que se te queda viendo las piernas en el transporte, que te toca sin que tú quieras. El que es tu amigo, hasta que te pones borracha y entonces te vuelves presa. El que se quita el condón sin avisar, porque ahora sé que los novios también violan; ese machismo que cree que por ser tu pareja es tu dueño. Que le molesta que te diviertas sin él, que salgas, que bailes, que tengas amigos, que te llama “fácil” solo porque estaba celoso. Todo eso yo lo había normalizado, finalmente son cosas que pasan, ¿no? Eso ya se ha visto antes, peleas de pareja, cosas que se perdonan porque “estaba pedo”. Nada grave.

Después me tocó vivir con el machismo que te llama la mujer de su vida y escribe poemas, pero a puerta cerrada te dice “eres una inútil, me estorbas”. ¿Exageraba, me imaginaba cosas? Ese machismo quería que yo fuera SU esposa, y por eso le molestaba que hubiera conocido a otros. El que me decía que no le gustaba tanto como sus novias anteriores porque yo ya no era virgen, y entonces así no me podía moldear a su antojo. El machismo al que le molestaba que yo ganara más dinero. El que cuando se sentía inseguro me comparaba con su ex (aunque antes lo había escuchado decir cosas horribles de ella), criticaba mi cuerpo, me humillaba, me hacía sentir culpable por querer viajar sola o por tener deseos sexuales. Ese que se sentía tan amenazado si yo me tocaba que me insultaba: “estás enferma”. Sí porque mi placer tenía que pertenecerle, tenía que venir solo de él.

Ese machismo gritaba y le pegaba a la pared cuando yo lo hacía enojar, porque era mi culpa, ¿no? Yo no recogía, no sabía armar muebles, no lavaba bien los trastes. “¿Por qué te cuesta tanto hacer bien las cosas?” El que no se cansaba de repetirme “para que aprendas” cuando me regañaba, porque se sentía con el derecho de educarme. Al que le tenía tanto miedo que intentaba complacerlo en todo porque no quería que se molestara conmigo.

Con ese machismo yo quería pasar mi vida, estaba dispuesta a olvidarme de mí y de hecho lo hice. A él le supliqué arrodillada que no me dejara cuando amenazó con hacerlo. Para entonces yo ya me sentía tan poca cosa como me lo había repetido que no creía merecer más que eso. Y ahí me quedé, avergonzada de mí misma, sin hablarlo. ¿A quién le iba a decir que estaba viviendo todo eso? Qué pinche pena.

Hoy lo reconozco: esto sucedió y yo lo permití. No es una historia de buenos y malos, es una dinámica mucho más compleja. Lo sé porque vi cómo en un mismo hombre pueden convivir estas actitudes nocivas con la compasión y la empatía por sus amigas, primas, hermana o madre. Me consta que él intentó cambiar y que entendía que había un problema, pero el machismo cuando está tan arraigado puede envenenar incluso a los hombres más inteligentes.

Lo cuento porque quiero demostrar que estas cosas pasan más cerca de lo que creemos, con personas que admiramos y queremos, pero sobre todo lo cuento porque NO ME VUELVE A PASAR, NO ME VUELVE A PASAR, NO ME VUELVE A PASAR. 

Ahora entiendo en qué fallé yo, también en mí hay una parte violenta que respondió a estos patrones con actitudes de las que ahora me arrepiento. Y que quede  claro que él no tenía la culpa de que yo no me quisiera, esa solo fue una terrible coincidencia. Estoy trabajando en reevaluar cómo me relaciono con los demás y conmigo misma. Hoy quiero perdonar todo el daño que me han causado y del que me sigo recuperando, quiero perdonarme a mí misma por consentirlo, y quiero pedir perdón a las parejas que haya lastimado en el camino.


2 comentarios:

  1. Qué horrible saber que neta no conozco una sola mujer que no haya vivido algún tipo de abuso en toda su vida. Me duele leerte porque puedo comprenderte un poco por lo que yo también viví y me hace sentir rabia saber que ese 'yo así lo permití' sucede por todas las creencias y sistema del cuál, de nuevo, somos víctimas. También, sentí alivio porque el 'NO ME VUELVE A PASAR', lo sentí mío también, yo me lo he dicho uff cada una de las veces que cuento "mi historia". Te quiero mucho, Efniki y te admiro mucho por contarlo abiertamente y por quién eres.

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