miércoles, 2 de marzo de 2016

Soliloquio #3

Surfeaba yo la web, cuando me encontré con esto. Si les dio flojera abrir el enlace, básicamente es un link a cierta página de Facebook llamada <<DILO BIEN>>, específicamente a una publicación en la que se establece que los homosexuales con sus prácticas <<desviadas>> fueron los culpables de llevar el sida a toda la galaxia (muchos no saben esto pero Yoda era seropositivo).

Porque no hay autoridad científica más respetable que la Revista Rolling Stone, obvio. Todavía más si se basan en un artículo del 2002.

Más adelante dicen que como en San Francisco (capital gay del mundo) eclosionó el sida y en España el primer caso fue detectado en... ¡sorpresa, un homosexual!, entonces, hay una relación del tipo homosexuales= sida. Como si de la existencia de esta orientación sexual dependiera la del síndrome

Hay demasiados errores en esta publicación de escasos tres párrafos, como por ejemplo la confusión entre los términos VIH y sida, pues escriben que segundo <<puede transmitirse>>. En fin, para asegurar a sus lectores que no se sacan datos de la manga los direccionan a esta página.

La página es del Comité Independiente Anti-Sida, y está llena de estadísticas tendenciosas de algún estudio perdido. Entre ellas está que a diferencia de los hombres y mujeres heterosexuales que tienen alrededor de 4 parejas sexuales, los homosexuales tienen un promedio de 50 durante su vida. O que del %100 de homosexuales sólo el 2% es fiel a su pareja, por supuesto que los de los heterosexuales el 83% es fiel... seguro. Pero no se preocupen que aclaran <<hay excepciones>>. 

Está también la referencia a la Revista Rolling Stone, ¿qué información se saca de tan científica fuente? Pues que la comunidad gay ha perdido todo respeto y miedo hacia el sida y que como consecuencia los encuentros sexuales sin protección son populares, pues generan mayor excitación. Porque supuestamente, existe un grupo bastante abundante de homosexuales que buscan conscientemente contagiarse y hay otro que ofrece sus <<servicios>>, como kamikazes biológicos. Puede ser que estas conductas existan, hay gente para todo, pero declarar abiertamente que la mayoría de la comunidad LGBTTIQ las practica y que debido a ello el sida se volvió una pandemia, es otra cosa.
 
Lo extraño de esta gina es que tiene apartados medianamente coherentes, con datos útiles y para nada amarillistas. Contiene, por ejemplo, una pequeña pero históricamente correcta explicación de la enfermedad. En la que se reconoce la teoría más aceptada sobre el origen del virus (la trasmisión de éste a través de heces o sangre infectada de una especie de mono a la sangre humana) en África. Incluso mencionan la existencia de casos aislados en esta región desde los años cuarentas, mucho antes de la difusión científica de los ochentas sobre la enfermedad. 

Resulta un shock leer en la misma página cosas tan absurdas como que el sida pudo haberse quedado en África si no fuera por los homosexuales. Demonios, alguien quíteles el pasaporte de una vez.  En fin, es rescatable que en su sección <<Favorece el sida>> enlistan una serie de actividades riesgosas: el uso de drogas intravenosas, prostitución y la sodomia; o sea prácticas peligrosas que involucran intercambio de fluidos o sangre. 

Sin embargo, el problema es el dolo con el que tratan estos temas, principalmente el de la homosexualidad. La estigmatizan como la razón número uno por la que el sida se ha difundido en la población mundial.

Y no, no estoy negando que las prácticas entre parejas del sexo masculino sean de hecho un factor de riesgo; pues los tejidos del recto son propensos a sufrir heridas o lesiones que favorecen la recepción e incubación de infecciones, entre ellas la del VIH. Además de que no fue sino hasta muy poco que la comunidad gay comenzó a hacer uso corriente del condón, precisamente como medida preventiva. Ni estoy discutiendo si la homosexualidad está bien o mal, si es natural o no; esa es otra historia.

Lo que me molestó al ver la publicación en Facebook, y por lo que escribí este artículo en primer lugar, fue el mal manejo de información. Señalar a los homosexuales como los más propensos a las infecciones por VIH  no es sólo peligroso por la homofobia que esto podría causar, sino también por la falsa ilusión de inmunidad que crea en todo aquel que no pertenece a esta comunidad. Es decir, enfatizar tanto las relaciones homosexuales cuando se habla de este virus es insertar en las mentes de los heterosexuales un <<A ti no te va a pasar>>.

Breve historia del sida...


Durante la segunda mitad del Siglo XX, especialmente en la década de los ochentas, se atestiguó el surgimiento del sida. El síndrome de inmunodeficiencia adquirida comenzó a tener mayor impacto en la comunidad homosexual, sin embargo los científicos han rastreado casos de contagio entre parejas heterosexuales desde la década de los cuarentas en regiones africanas. Éstos últimos, no tuvieron la atención ni seguimiento que merecían, puesto que el conocimiento de la enfermedad era pobre en aquella época. 

No sería sino hasta junio de 1981 cuando la comunidad científica tornara su vista al desarrollo de este virus, debido a una publicación del inmunólogo Michael Stuart Gottlieb en el Reporte Semanal de Morbilidad y Mortalidad del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos. En su artículo hacía referencia a cinco casos de neumonía, generados por el parásito Pneumocytis carinnii, registrados en la ciudad estadounidense de Los Ángeles, California. 
 
¿Por qué llamó tanto la atención este brote de neumonía? El parásito causante de la enfermedad era poco común, sólo las personas con bajas defensas lo adquirían. Por tanto, era de suma importancia averiguar la relación entre estos cinco pacientes para descubrir cómo una enfermedad con tan poca incidencia de pronto parecía atacar con mayor fuerza. 

Durante los meses siguientes los casos aumentaron y se extendieron además a diferentes zonas del país estadounidense, principalmente a la ciudad de San Francisco. Por si fuera poco, a la par de esta enfermedad comenzó a desarrollarse y extenderse otra tan atípica como la primera (principalmente en Nueva York y California), el Sarcoma de Kaposi. Un tipo de cáncer que hasta la década de 1970 no se había detectado en varones menores de 50 años ni de raza blanca, y del que sólo se habían registrado tres casos desde el año de 1961. Para el mes de julio del año 1981 ya se había diagnosticado a 26 hombres homosexuales con dicha enfermedad, de los cuales ocho perecieron, se contaban entre ellos varones tanto de raza blanca como negra entre las edades de 25 a 49 años.

En diciembre de ese mismo año Gottlieb publica un nuevo artículo en el New England Journal of Medicine en el que sugiere que la causa de las recientes epidemias no es otra que un síndrome de inmunodeficiencia aparentemente transmisible por medio de un agente infeccioso al que todavía no se identificaba[1]. Sin embargo, el inmunólogo propone la teoría de que tal inmunodeficiencia es causada por la pérdida de linfocitos T CD4[2] en la sangre de los pacientes afectados. 

Debido a que la infección se daba en homosexuales principalmente, la enfermedad comenzó a relacionarse con este sector de la población, erróneamente identificándolo como el único en riesgo. 

Los medios de comunicación masiva tuvieron su parte en esta malinterpretación, el New York Times por ejemplo, publicó en julio del 81 un artículo de Lawrence K. Altman titulado “Rare cancer seen in 41 homosexuals” en el que no sólo se hacía énfasis en la orientación sexual de los contagiados sino que además se insinuaba, según declaraciones de médicos reconocidos, que los hombres heterosexuales y las mujeres no tenían riesgo alguno de adquirirla. "El Dr. Curran declaró que no había riesgo aparente para los no homosexuales de contagio. <<La mejor evidencia>> dijo, <<es que hasta la fecha no ha habido casos fuera de la comunidad homosexual o en mujeres>>[3]

Como resultado de tales malinterpretaciones y antes de que la enfermedad fuera oficialmente nombrada como Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida por el Departamento de Salud de Estados Unidos en 1982, se le asignaron nombres como IRG (Inmunodeficiencia asociada a la comunidad gay). Coloquialmente la gente la conocía como el “Cáncer Rosa”, adjetivo utilizado como clara referencia a los homosexuales.

Finalmente en 1983 Luc Montagnier después de varias investigaciones identificó al virus culpable de la enfermedad, se le llamó Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). En ese mismo año, tras nuevos casos de infección en hombres heterosexuales y mujeres, se concluyó que el virus no era exclusivo de la comunidad homosexual.

Durante los siguientes años la Organización Mundial de la Salud (OMS) se dio a la tarea de distribuir información sobre la enfermedad. Para el año de 1986, la población mundial que tenía acceso a la información, poseía un panorama más completo sobre sus causas, riesgos y vías de contagio. Lamentablemente, aunque las pruebas científicas aseguraban que este padecimiento no era exclusivo de la comunidad gay y que cualquier persona sexualmente activa  podía desarrollarlo, sin importar su orientación sexual, el estigma generado por la mala publicidad hacia la comunidad homosexual a principios de los ochentas fue muy difícil de erradicar.

En 1987 surgió el primer tratamiento dirigido para controlar el desarrollo del VIH, el AZT era un fármaco que prevenía el avance de la infección y evitaba que ésta llegara a su última fase: el sida. De igual modo, si el paciente ya padecía este síndrome, el tratamiento permitía alentar o debilitar su evolución. 

Es importante recordar que existe una gran diferencia entre ser portador del VIH (seropositivo) y padecer sida, lo segundo es sólo el cúlmen de la infección. Como sabemos una persona puede ser portadora del virus culpable del síndrome, sin desarrollar éste último. 

Actualmente se ha avanzado considerablemente en las investigaciones al respecto. Incluso sabemos que no es imposible para alguien infectado llevar una vida normal, bajo un tratamiento adecuado. Lamentablemente, la ignorancia de algunos sectores y sobre todo el miedo a contagiarse han llevado a la sociedad a estigmatizar tanto a los portadores del VIH como a los pacientes de sida. Sin embargo, tal vez el error más grande es pensar que el VIH es propio de un sector específico de la población


En conclusión...


No, ser homosexual no te hace genéticamente más propenso a contraer la infección, así como ser heterosexual no te hace inmune. Hay que recordar que ser sexualmente activo siempre conlleva algún riesgo de  contagio de cualquier infección de esta índole. Por ello es recomendable siempre usar preservativo, que tampoco tiene un 100% de efectividad contra el VIH; pero reduce considerablemente las posibilidades de adquirirlo. Lo único que es eficaz contra cualquier infección es la abstinencia

Así que ya lo saben amigos gais, hetero, bi, pansexuales, o lo que sea que sean, su orientación sexual no los hace ni inmunes al VIH, ni tampoco los condena. Lo único que puede salvarlos es cuidarse, revisarse y leer la Biblia, pero eso es otra historia.


P.D. Si no la han visto y tiene tiempo, aquí está la película de Dallas Buyers Club, también está en Netflix.  

 



[1] Cfr., De la Torre, Javier, 30 años de VIH-SIDA: Balance y nuevas perspectivas de prevención,  Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 2013, 33-34.
[2] También conocidos como linfocitos T efectores o simplemente linfocitos Th, son un subgrupo de linfocitos que tienen un papel muy importante en establecer y maximizar las capacidades de defensa del sistema inmunitario.

[3]  Altman, L., (1981, julio), Rare cáncer seen in 41 homosexuals, The New York Times.

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